Disfrutar de un spa en una construcción histórica es un auténtico regalo para el cuerpo y la mente.

De norte a sur y de este a oeste, la geografía española ofrece un interesante recorrido por estos hoteles localizados en construcciones arquitectónicas de gran belleza, que en otro tiempo fueron conventos, monasterios, castillos, torres, alcazabas y palacetes. 



Paradores representa como ninguna otra cadena española esta apuesta por la reconversión de edificios históricos en hoteles, y desde hace menos de una década, una de sus prioridades, tanto en reformas como en nuevos proyectos, es habilitar centros spas en buena parte de sus establecimientos. El reto de integrar un espacio con circuito de aguas y áreas de tratamientos es siempre más ambicioso en el caso de una construcción antigua que en obra nueva. De hecho, son muchos los hoteles que por las características de su edificación han desestimado estos proyectos pese al esfuerzo y empeño de la propiedad en ejecutarlos. Tomar las aguas bajo una cúpula de siglos o en el marco de piedras centenarias es un placer difícilmente superable. 


La espiritualidad y el recogimiento han guiado siempre la vida monástica, una existencia de la que no ha querido desprenderse Castilla y León, comunidad que cuenta con interesantes edificaciones conventuales, de las cuales, algunas han sido reinterpretadas con acierto para su uso hotelero.
La combinación de dos conceptos culturales, el balneario y la arquitectura conventual y monástica, enmarcados en una región monumental que ha sabido sacar el máximo rendimiento a sus piedras centenarias, se convierte ahora en un binomio irresistible. La salud a través del agua y la belleza a través de la contemplación crean poesía para cautivar a un huésped que busca sensaciones evocadoras de tiempos pasados.